Tenía yo 14 años cuando dio inicio a esta nueva aventura espacial,que daría paso a una nueva generación de naves que surcarían varias veces la bóveda celeste. Un 12 de abril de 1981 despegaba del Centro Espacial Kennedy de Cabo Cañaveral, en la península de la Florida, una nave con forma de avión, la cual estaba adherida a un gran tanque anaranjado con fuel y propulsada por dos cohetes colocados a ambos lados del aparato. Una imagen que se repetiría por más de 130 ocasiones durante las tres décadas siguientes.
Anteriormente un 12 de abril (pero veinte años antes) el cosmonauta soviético Yuri Gagarin se había convertido ya en el primer humano que orbitaba nuestro planeta azul, iniciando la gran veda de la exploración espacial.
En la misión STS-1, el Columbia orbitó la Tierra 37 veces antes de volver al planeta dos días más tarde a la base de la Fuerza Aérea Edwards en California. Una misión corta comparada con la de sus sucesores, pero suficiente para dar el comienzo a una nueva era. Al igual que la misión del Apolo XI que dirigió al hombre a la Luna un 20 de julio de 1969, el lanzamiento del primer transbordador era una muestra de los increíbles logros del hombre. Dichas naves fueron diseñadas para lograr regresar a la Tierra y lograr un aterrizaje como un planeador gigante, por lo cual se convirtió en el primer vehículo espacial reutilizable.
Al Columbia le siguieron el Challenger (1982), el Discovery (1983), el Atlantis (1985) y el Endeavour (1991), cinco grandiosas naves diseñadas para seguir conquistando el espacio y de la cual ayer terminó esta fantástica década espacial.
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